martes, 3 de agosto de 2010

Respuesta al artículo “Noroña, uno de los que debemos prescindir”, de Natalia Colmenares

Texto originalmente publicado en SDPNoticias
El siguiente texto tiene como intención ser publicado en el sitio SDPNoticias. Al ser respuesta a otro artículo, tiene formato epistolar. Por ello, sugiero sea consultado antes el artículo de Natalia Colmenares en el mismo sitio: http://sdpnoticias.com/sdp/columna/natalia-colmenares-natcolmenares/2010/07/29/1086744
Estimada Natalia:
Después de leer tu artículo me quedé preocupado. Para comenzar mi crítica al mismo y después desarrollarla me gustaría citarte, no sin antes disculparme por introducir en ésta una serie de reflexiones que lindan entre la postulación de la necesidad de teorizar y de explicitar las posiciones políticas que te hacen 1) identificar a Fernández Noroña como “ultra” de “izquierda” y 2) pensar en la necesidad de prescindir de él. Dices:
“Después del mitin de Andrés Manuel López Obrador en el Zócalo de la Ciudad de México, el señor Federico Arreola escribió en SDPNoticias.com acerca del lastre del ultraizquierdismo que El Peje debe tirar para ser exitoso en su carrera por la Presidencia de la República en 2012. Aunque sé que las habrá, quiero informar que no es mi intención entrar en discusiones aparentemente teóricas sin ningún sentido. No discutiré aquí qué es el ultraizquierdismo, solo diré que es lo mismo que el ultraderechismo pero con el signo opuesto: una actitud ante los rivales poco racional, con arranques violentos, fanática o dogmática, basada en ofensas y calumnias.”
En primer lugar, el mismo hecho de plantear la prescindibilidad de alguien me parece peligroso. Si eso piensan Federico Arreola y tu es algo que respeto, pero que sin duda no comparto.
Sin embargo, conectado con esto, me parece que en el párrafo citado hay cuando menos tres problemas, todos producto de lanzar una crítica que define desde la indefinición y que obvia la definición, y todo porque eso sería hacer “teoría sin sentido”. ¿Cómo se puede definir a alguien de ultraizquierda sin definir su propia posición y sin definir teóricamente las mismas definiciones? Permíteme ejemplificar (después explicaré el problema de mal uso de la analogía): definir a alguien como de “ultraizquierda”, y además hacerlo con esa carga peyorativa (es un lastre), sólo es posible hacerlo (no debatiendo por el momento su existen o no algunas de ellas) desde la izquierda, la centro izquierda, el centro, la centro derecha, la derecha o la ultraderecha (aunque también puede ser desde el socialismo, el comunismo, el anarquismo, el liberalismo, el neoliberalismo, el feminismo, la religión, el ateísmo, etc.). ¿Desde dónde plantean ustedes que Fernández Noroña es un lastre ultraizquierdista”? ¿Desde dónde construyen su crítica a una posición como la Fernández Noroña? Vamos, tengo un problema que bien puede ser clarificado mediante el diálogo y el debate: no alcanzo a ver con claridad (con esa claridad con la que usan el adjetivo de ultraizquierda) el lugar en el espectro político desde donde hacen la crítica a alguien que identifican como “ultra” de “izquierda. Y el problema, querida Natalia, no es “aparentemente teórico sin ningún sentido”, sino un problema de posición política asumible, es decir: que deben asumir, a menos que su elección sea la de nadar en y desde la ambigüedad. Sería bueno que tanto tu como Federico Arreola nos digan “desde dónde hablan y critican”.
Ahora. No te conozco. Digo, me caes bien, pero en realidad no te conozco. Tengo una dificultad para comprender desde dónde adjetivas (equivocadamente) a Fernández Noroña de “ultraizquierda” (que por cierto es el mismo término con el que en los medios se anatemiza a AMLO). En el caso de Federico Arreola la cosa es diferente: lo dejé de leer cuando trabajando en Milenio publicó un artículo donde se auto-identificaba como neoliberal (espero, si lee él esto que escribo, pudiera darnos el dato de ese artículo porque yo lo tiré con el Milenio de ese día; o espero, que en un acto de buena memoria, recuerde por lo menos que lo escribió. Si no se da ninguna de las dos esperas, ya buscaré dicho artículo). Por ello mismo, tiempo después, me extraño su articulación con AMLO, pues entendiendo que éste se auto-identifica como un liberal/nacionalista/místico, me parecía una contradicción el repentino apoyo a AMLO (tal vez debido al temor de un avance de la ultraderecha). Neoliberalismo y liberalismo, a pesar de que en apariencia pudieran tener alguna relación, son proyectos diferentes. Un neoliberal (derecha) y un liberal (aparentemente centro, aunque a la izquierda del neoliberalismo) juntos, me parecía una franca contradicción.
Pero bien, ¿en qué sentido podemos considerar a AMLO de izquierda siendo en realidad un liberal/nacionalista/místico (autodefinición de AMLO mismo en cuanto a lo de místico)? Ya no hablemos de Federico Arreola (si su posición ha cambiado hacia una perspectiva distinta podré corregir lo que vengo diciendo), pero en el caso de AMLO se le puede identificar como tal en el ámbito ideológico de hegemonía neoliberal que estamos viviendo. Y así es: frente al neoliberalismo hegemónico, un liberal bien puede pasar por ser de “izquierda”. Y claro: frente a esta ilusión una persona como Fernández Noroña (que personalmente me parece que tiene actitudes más bien porriles, o irracionales, como bien dices tú) puede pasar como de ultraizquierda. No sé si me explico bien, pero la idea es que si tu (aquí voy a dejar fuera a Federico Arreola) no explicitas “desde dónde” estás pensando o criticando (perdona la reiteración: con la excusa de que no quieres hacer teoría), entonces tu adjetivación es incomprensible e insalvable, aunque avises (te excuses) que como no te quieres meter en “teorías sin sentido”, entonces sólo definirás lo que es “ultraizquierda” por analogía.
Y éste era el otro elemento que quería tocar: el uso equivocado de la analogía para deducir el significado de ultraizquierda. En términos lógicos, tu argumento constituye, con todo respeto, una falacia, injustificable aunque hayas aclarado que no quieres entrar en cuestiones teóricas (perdona la insistencia). El sentido común también tiene su lógica, lo que ayuda dotar de cierto sentido al razonamiento, porque ni siquiera en el ámbito de la opinión personal (que tal persona sea un lastre) ni en el del deseo (no someter tus dichos a una lógica teórica) la falacia es permisible (sobre todo si en el mismo fragmento apelas de forma indirecta a la necesidad de mantener una actitud racional). Lo que quiero decir es que hasta la opinión personal tiene límites puestos por una lógica que le es inherente, es decir: no se vale decir cualquier cosa porque “así lo pienso yo”, principio insostenible en la medida que nos encerraría a todos en la “opinión personal” sin posibilidad de diálogo verdadero, lo que es un atentando contra la política y contra el periodismo (disculpa la dureza, espero no perder, si la tengo, tu estima, porque tu no pierdes la mía).
Ahora vuelvo a lo de la analogía, donde por cierto hay toda una lógica, aunque resulte equivocada. Dices que no vas “a discutir aquí lo que es ultraizquierdismo”. Vaya: si no quieres enunciar claramente tu identificación política y ideológica y prefieres mantenerla en privado (lo que me sigue pareciendo inadmisible, porque no ayuda a comprender bien el “desde dónde” ejerces la crítica), por lo menos si debería haber claridad de qué entiendes por ultraizquierda. Pero no sucede tal cosa; tu recurso es apelar a la analogía en la que defines “ultraizquierda” por la vía de lo que “no es”: “ultraderecha”. Según tú, la “ultraizquierda es lo mismo (aunque no es lo mismo, de ahí la falacia) que la ultraderecha. No sé qué te parezca, pero cuando dices que “ultraizquierda” y “ultraderecha” son “lo mismo” pero “de diferente signo”, en realidad estás diciendo que “no-son-lo-mismo”, porque el “signo” en verdad “significa” (allí caes en el “lugar común” que dice que “signos opuestos” se juntan). Tu idea sería algo así: “como no me quiero meter en cuestiones teóricas y además no quiero enunciar, por lo mismo, mi identificación o mi posición político-ideológica, y como ello me impide entonces definir “ultraizquierda” de modo positivo (por lo que es), lo hago de modo negativo (por lo que no-es): la ultraizquierda es (y al mismo tiempo no-es) lo mismo que ultraderecha”. Pongo ahora sin paréntesis para enfatizar: además de que te vas por el lugar común que dice que “los polos opuestos se juntan”, llegas a una definición a partir del principio de contradicción: ultraderecha y ultraizquierda “son” pero “no-son” lo mismo, principio insostenible no sólo en la teoría, sino también en la práctica (curiosamente, en el debate tuitero con Fernando Belaunzarán, usando el mismo lugar común de que los polos opuestos se juntan, éste lanza la misma crítica de AMLO, pero no asociándolo con la ultraderecha, sino con el PRI).
Todo lo anterior es salvable reduccionistamente. Es posible hacerlo cayendo en el juego de decir: “pues tú tu opinión y yo la mía”. El problema de esta reducción es que anula los alcances de cualquier crítica, dentro de ésta la tuya. Entonces la opinión, cuya crítica es anulada (entendiendo por crítica la posibilidad de pensar los límites y alcances de la opinión), carece de sentido y de valor porque imposibilita un verdadero diálogo (tendríamos dos monólogos; no un diálogo). La importancia de la teoría en política es que pone límites y permite la razonabilidad de lo que se dice y se hace. Si decides ahorrarte la teoría para dar fundamento a la opinión, entonces la opinión carece de articulación y tu calificación de Fernández Noroña se convierte en un mero anatema o excomunión carente de racionalidad (Podrás decir las cosas de manera más elegante, sin caer en el en la violencia irracional del insulto que tanto criticas, pero eso no exime que tu calificación sea todavía más violenta por una aparente lucidez de tus palabras.). Y ese es justamente el problema del discurso político actual (tu opinión se da en un contexto político-discursivo). Puede haber teóricos en el movimiento de AMLO, pero ello no quiere decir que se dé el teorizar, es decir: la reflexión sobre y la postulación del “desde dónde” hablo. Sin ese teorizar la propuesta se convierte en dogma. En tu caso lo notó al hablar con cierta ligereza, a partir de la estrategia política (peyorativamente hablando), sobre la prescindibilidad de Fernández Noroña. Y entonces le dan la razón a los críticos: AMLO es una figura profética que tiene que ser protegido de los judas que lo rodean.
Ahora, esto me lleva a otra idea: el tratamiento que das a Fernández Noroña (con el que nunca estaré de acuerdo) tiene como implicación la universalización de la “forma”, es decir, le das legitimidad a la “forma” como es tratado AMLO; le das legitimidad a la excomunión de éste de la esfera político-institucional. Es un imperativo: si tú usas ciertos recursos para “prescindir” de una persona por su postura radical, entonces legalizas ética y políticamente la exclusión de cualquier otra persona por ser radical. Y es que en verdad tu problema no es que es Fernández Noroña sea de izquierda o de ultraizquierda o política e ideológicamente radical (que es lo mismo que “ultra”), sino su actitud beligerantemente irracional. La ultraizquierda (comunista y anarquista, que para decirlo claro son dos radicalismos distintos; dos formas de “ultra”) me parece respetable; no tiene nada irracional, aunque sí de beligerante. Cuando usas (y si así lo hizo Federico Arreola me lo parece también) el adjetivo de “ultraizquierda” para identificar la postura irracional de Fernández Noroña, tú misma estás cayendo en una posición irracional, en la medida en que no hay un discernimiento (no tiene que ser teórico, puede ser desde la intuición o la posición política) sobre los términos que usas, sobre todo porque tu opinión no se queda en el marco de lo personal, sino que avanza hacia la reflexión pública. Lo digo de otro modo: si dices que Fernández Noroña es de “ultraizquierda”, lo estás diciendo es que es una persona “estando políticamente en la izquierda se ha radicalizado ideológicamente”. No soy nadie para decir cómo debes decir, pero creo que tu lo que estás planteando es que Fernández Noroña “es una persona irracional cuya estrategia de la mera ofensa, el insulto y la descalificación no tiene sentido político”. No sé dónde ves tú la radicalización política e ideológica, lo que me hace preguntad de nuevo: ¿qué entiendes por izquierda?, pregunta completamente válida, aunque implique meterse en teoría. Claro y de nuevo: no te pido que teorices, te pido que asumas una posición.
Estimada Natalia: por ahorrarte palabras y evadir la teoría; por seguir el camino más fácil, caíste en un punto sin retorno, porque lo dicho… dicho está. ¿No habría sido más fácil, si decidiste por ese camino, decir que Fernández Noroña, por su radicalismo irracional (que no es de ultraizquierda; ojalá lo fuera, así al menos sus actitudes tendrían algún sentido), es prescindible para el movimiento de AMLO? Claro que con eso también podríamos dar razón al PRD que dice que AMLO, por su radicalismo irracional (a juicio de su dirigencia), es prescindible. Todavía más: podrían decir, como dicen muchos, que es prescindible, por su radicalismo irracional (a juicio de buena parte de la opinión pública) de la política en general. Yo creo que esa no es la vía.
Disculpa si he sido duro, pero hay cosas que me parecen inadmisibles. Seguramentehabrá cosas en las que me equivoque. Siendo tal el caso, acá estoy siempre listo para debatir.
Saludos
Favián

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